Hugo Savino | Problemas, efectos y recepción de la traducción de las obras de Henri Meschonnic en la Argentina y América Latina.1

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Es el título que nos convoca: trataré de mostrar en el curso de nuestra charla cada los efectos los problemas y la recepción que esta obra provoca en lengua española. Le puse como subtítulo: Responder Henri Meschonnic, traducir Henri Meschonnic.

Sin la preposición a, para que Henri Meschonnic suene como adverbio, para que haga resonar cada vez los dos verbos.

"Ma propre aventure dans le langage n'est pas marquée par mon travail de traduction biblique. C'est le contraire : ma manière d'écrire mes poèmes a une incidence sur ma façon de traduire. Je traduis comme le poète que je suis. " (Entrevista con Anne Mounic)

"Lecteur pressé s´abstenir. Mais s´abstenir aussi de comprendre qoui que soit au langage, dont même le lecteur pressé est composé tout entier."

Y esta cita de Philippe Sollers: "Propongo pensar la historia de acuerdo al tiempo que tardan los textos en ser leídos." (Éloge de l´infini, p. 764).



Propongo en esta charla escuchar los textos de Meschonnic teniendo en cuanta esta cita de Ph. Sollers que el mismo Meschonnic poene en su prólogo a la traducción del Génesis (Au commencement). La obra de Meschonnic tardan en ser leídos, encuentran una particular resistencia y despiertan la pasión de lectores libres, como quien dice poeta libres de la frase de Desnos que Meschonnic ama citar: 
"Me parece que más allá del surrealismo, hay algo muy misterioso que reducir, más allá del automatismo está lo deliberado, más allá de la poesía está el poema, más allá de la poesía sufrida está la poesía impuesta, más allá de la poesía libre está el poeta libre. "  (" Il me semble qu´au delà du surrealisme, il y a quelque chose de très mystérieux à réduire, au-delà automatisme il y a le délibéré, au-delà de la poèsie il y a le poème, au-delà de la poésie subi il y a la poèsie imposée, au-delà le poète libre il y a le poète libre." Crítica del ritmo)

Le voy a pedir prestado al poeta argentino Ricardo Zelarayán que se cruza con Meschonnic en muchas esquinas, una de ellas es el amor a Robet Desnos, le pido prestado una fórmula: Meschonnic es una corriente eléctrica.  E intento de traducir esa corriente.

¿Por qué traduzco Meschonnic, por qué y cuándo encontré el poema Meschonnic?, trato de responder esta pregunta y eso me lleva a otras preguntas. Voy de pregunta en pregunta. Traduzco el poema Meschonnic para responder esa "fuerza de lo ínfimo" (entrevista con  Serge Martin, 2), de la obra de Meschonnic que me convocó, porque encontré  con Meschonnic una manera de hacer "que la emoción pase del sujeto que piensa, del sujeto que sabe, que quiere, que tiene emociones, al sujeto del poema." (en Serge Martin).

Traduzco al poeta que escribe toda la obra: al poeta que no tiene imaginación para escribir —como él mismo dice—, que escribe en función de lo que siente. Que hace un trabajo sobre sí mismo —que incluso puede llegar al resentimiento. Meschonnic como todos los grandes poetas sabe que no hay saber de la poesía, si no es negativamente. No es un poeta del amor por la poesía. (Conversación con Anne Mounic, p. 1). Al Meschonnic que odia a Heidegger y que ama la Biblia y ama a Benjamin Fondane. Al intempestivo.

Traducir, leer y llevar esa corriente eléctrica Henri Meschonnic al español: van juntos. Es un traducir que incluye un responder.  En el sentido de Paul Claudel: "J´écoute. Je ne comprends pas tojours, mais je réponds tout de même. J¨apporte l´écho qui est bien obligé d´y mettre du sien." Saco esta cita de Paul Claudel répond les Psaumes. Una cita que encontramos a menudo en la obra de Henri Meschonnic y que considero de una importancia capital para su poética.  Ese responder sin la preposición a que propone Paul Claudel. Que es un intervenir, una irrupción y tiene mucho de intempestivo. Y tratar de asumir  en el traducir la propia manera de escribir. La de uno. Las incidencias de esa manera de escribir. Traducir el poema Meschonnic.  Responder el poema Meschonnic. Y traerlo al español. A las diversidades del español. El poeta, el traductor y el teórico son inseparables. Hay que machacarlo en el territorio de la especialización. Y de la autoridad. Peligrosa compartimentación que nos vuelve sordos. Hasta el punto que ignoramos la ignorancia de nuestras propias especializaciones. De nuestros saberes. Escribo la traducción Meschonnic, escribo ese continuo desde hace unos años. Pongo ese traducir en el terreno de la poetización argentina y latinoamericana. Y digo poetización con un cierto matiz de crítica. Poetización es también una cierta declamación, un cierto hacer lo que está hecho una y otra vez. Con Meschonnic prefiero poema. Hacer poema. Al traducir el poema Meschonnic  me sitúo. Digo poetización ahí donde antes hablábamos de poema. Ahí donde leíamos a Macedonio Fernández sin pedirle permiso al filósofo.  Nada contra el filósofo, por supuesto. Salvo cuando se apropia del poema. Cuando dice que el poema es "un fragmento de la filosofía" (Henri Meschonnic en conversación con A. Jockey).  El poema Meschonnic irrumpe en el terreno del poema en español, pero también sé que cae, en la guerra del lenguaje, en el territorio de una cierta impostura poética. Meschonnic repite una y otra vez la cita del poeta Ossip Mandelstam: "En la poesía, es siempre la guerra". Otras de las citas claves en el poema Meschonnic. Y llamamos poema Meschonnic al conjunto de su obra: poemas, teoría, y traducción. Todo el poema marcado por su manera de escribir sus poemas. Y esta traducción irrumpe, la considero intempestiva, no se la esperaba, no era uno de esos saberes programados, exitosos, que nos llegan de oídas, que otros leen por nosotros, son saberes exitosos, el lugar común que llega como rumor los consagra, y ya en ese rumor vienen definitivos, hechos, compactos.  No, Meschonnic no es un saber, el poema Meschonnic es una pregunta inesperada, es intempestiva en ese sentido,  y también porque es sujeto, sujeto del poema, y cae en el terreno ocupado por todo lo que se hace pasar por poema. Traduzco con "el poema que hay que hacer y leer, contra la poesía que sólo produce el amor a la poesía" ("poème à faire et à lire, contre la poesía qui ne produit plus que l´amour de la poèsie, la poésie-célébration, au lieu de la poésie transformation"  - (Dans le bois de la langue de bois, p. 48). Intento traducir esa transformación en un terreno ocupado por la filosofía que se disfraza de poema. En lengua española se mima por todas partes el "camino del bosque" (Heidegger o el nacional-esencialismo, 172). Traducir Meschonnioc contra la filosofía que pretende dictarle el poema al poeta. Traduzco en Argentina. Contra la chifladura de borrar el poema para que sólo quede la declamación. Traduzco Meschonnic contra los poemas de la poesía filosofante, contra las novelas que se cuentan por teléfono, contra la poesía que se hace para conformar al requerimiento de mercado, contra los poetas que se llenan la boca con la palabra pueblo y declaman su amor por el pueblo. Contra los poetas pomposos del seudo-barroco, contra los bombines como dice el poeta Lorenzo García Vega.  Que no saben nada del sombrero melón de Mallarmé. Y no es el mismo sombrero. El de García Vega es el de la solemnidad estragante. Pero tiene tanto humor como el de Mallarmé. Contra la visión realísticamente mágica que tienen muchos profesores europeos y norteamericanos de la literatura que se hace en Latinoamérica. Y que algunos escritores corren presurosos a confortar normalizando su sintaxis. ¿A cambio de qué? Contra el concepto de literatura latinoamericana. Que nos encierra identitariamente.  Nos aísla en bloques de identidades. En el bosque de las identidades.

Hay que marcar un hito en la traducción del poema Meschonnic  y son las traducciones que hicieron Guillermo Piña-Contreras  y Diógenes Céspedes.  Traducciones pioneras y por lo que sé, las primeras. Traigo esta cita de Piña-Contreras: "No se adentre el lector en este y otros textos de Meschonnic en la creencia de que una lectura única basta para conocer su poética. Este sistema de pensar de Meschonnic no se reduce a un efecto de salón donde las citas eruditas poseen un poder encantador, tampoco es su pensamiento citable para acomodarlo a una circunstancia festiva o a un efecto de demostración de poder. El uso de cualquiera de los conceptos de la poética de Meschonnic al margen del sistema que ella implica, produce un efecto de hilarante ridiculez." Y la traigo porque espero que lo que diga hoy aquí, mantenga este señalamiento. En la nota de esta presentación se habla de la traducción de Para la poética hecha en 1996 por Diógenes Céspedes. Ninguno de estos dos libros llegaron a la Argentina. Esto habla por una parte del aislamiento en el  que vivimos y por otra parte nos muestra las resistencias contra el poema Meschonnic. Para que sea leído. La "teoría tradicional mantenedora del orden", citando otra vez a Piña-Contreras, intenta poner una chapa de silencio sobre esta obra y, por supuesto, sobre las traducciones. Este encuentro, y la creación de esta cátedra abren una puerta.

En Argentina, por el contrario, el poema Meschonnic fue casi ignorado. Meschonnic tuvo un solo lector durante veinte años, y ese lector es el poeta Luis Thonis. Vamos a situarnos para situar a los otros. Los efectos de la lectura Meschonnic se oyen en la obra de Luis Thonis, habrá que leer su ensayo dedicado al Signo y el poema. Ahí Thonis dará cuenta de su aventura singular. En la Argentina de los años ochenta, salida de la dictadura militar, hay dos ejes fuertes alrededor de los cuales se organiza un poco la vida intelectual, en el sentido de ocupación total del terreno: uno es el desarrollo del psicoanálisis por la vía de Lacan y la aparición, como efecto francés, del pensamiento de Heidegger, también fuertemente ligado a Lacan. Es el momento de la lectura del libro de Heidegger sobre Holderlin y la publicación del ensayo de Heidegger consagrado a Trakl en una revista que creía dedicarse a la literatura. Hago trazos gruesos. Esto exigiría más desarrollo.  Y más protagonistas. Para que se defiendan de mis ataques. Pero básicamente vemos el surgimiento de un fenómeno curioso, efectos a la francesa: empieza lo que llamo el tratamiento del poeta a golpes de filosofía, con la colaboración de cierto psicoanálisis. Y digo cierto psicoanálisis. La lectura que Luis Thonis hacía del Signo y el poema era sistemáticamente condenada al silencio. Y no había espacio para traducirlo. Hay dos frases del Signo y el poema que "condenaban" el poema Meschonnic al ostracismo, en esos años, una es la que dice hablando de Lacan: "A su manera, muy específica, subrepticiamente, en la multiplicidad de los discursos de su discurso, Lacan reteologiza a Freud, como lo había hecho Jung. Sacralizar a Freud en el estilo de los cuentos (¨los siete anillos del maestro"." (Le signe et le poème, p. 321) y la otra frase toca a Heidegger, y ya en el ensayo del Signo y el poema Meschonnic muestra que Heidegger no sabe leer un poema: "Heidegger espera lo sagrado pagano, - en el sentido de lo que el hebraísmo bíblico a rechazado. Al imitar a Holderlin, o lo que retiene de ahí, espera  [cita de Heidegger hecha por Meschonnic] 'si en esta alba de lo sagrado una aparición del dios y de los dioses puede comenzar de nuevo y cómo'". (Le signe et le poème, p. 399). Hace unos meses lo escuché a Luis Thonis repetir estas frases, mientras presentábamos Ética y política del traducir, y ninguno de los analistas presentes respondió. El silencio cómo manera de acallar las críticas es una vieja maniobra.
  
Traducir el soplo Meschonnic, su aventura en el lenguaje: "Así pues, no hay ni lenguaje poético ni lenguaje ordinario. No hay más que lenguaje a secas, en el cual, eventualmente, un sujeto se inventa. No: se inscribe. Se inventa." (Henri Meschonnic en conversación con Gérard Desson). Traducir la frase Meschonnic buscando la luminosidad de ese ritmo. Sostenerse en el lenguaje a secas. Y recordar con Sassurre que sobre el lenguaje sólo hay puntos de vista.

Hay que traducir la oralidad Meschonnic que es una  puesta en boca, ta´am, el gusto, como le gusta decir. "Deshacer la traducción de cualquier interpretación para que sólo quede la voz plena de voz" (Serge Martin, Le libre de Jonás, p. 212), y estar atento a los relatos que Meschonnic dispersa en su poemas, que son relatos que no borran el recitativo, todo lo contrario, Meschonnic nos dice que la literatura no se reduce al relato. Hay una frase de Meschonnic que rescaté de un trabajo de Serge Martin, y es indicadora de la fuerza de la transformación en la obra de Meschonnic: "De una lingüística de la traducción a una poética de la traducción." La frase es de 1971. O sea ya Meschonnic está en vías a sujeto de poema.
 
Meschonnic oye los nombres, entra en el tejido de los nombres, pero por el camino de la sugerencia, oye la sugerencia que hay en los nombres, como Pierre Jean Jouve piensa que "hay que hacer lo contrario de 'afrancesar', hay que llevar la poesía francesa hasta los medios poéticos de otra lengua, y que ella rivalice con la extranjera." Y parafraseando a Meschonnic ya sabemos que argentinizar es destruir el poema. (prólogo a Les noms, 15). Propongo desargentinizar la traducción, desespañolizar la traducción. Es lo que trato de hacer. 

En Meschonnic el traducir es a contracorriente de las teorías vigentes: para él, la teoría no puede salir sino de una práctica. "Las proposiciones que aquí se intentan no deben leerse independientemente de la prueba donde la teoría se hace y continúa haciéndose: lectura de Víctor Hugo, en La poésie Hugo; de Eluard; esfuerzo hacia una poética de la traducción, al traducir la Biblia, en Los Cinco Rollos. Son los fragmentos de un todo que sólo puede ser inacabado." Saco esta cita de su primer libro: Por la poética I. Eran los primeros pasos de una travesía. Y resuena la palabra inacabado.

Y ya en esta cita de su primer libro aparece la continuidad de la obra Meschonnic. Una obra  talmúdica. Que hay que leer despacio y por pliegues. Son pliegues sobre pliegues. La obra de Meschonnic abre siempre a una pregunta.

Meschonnic es intempestivo y reactivo como a él le gusta decir de Victor Hugo.

Hay que precisar algunas nociones, no para fijarlas, sino para registrarlas, para ponerlas en actividad: una es la noción de obra y de discurso, que aparece repetidas veces en la obra de Meschonnic y otra noción fuerte es la escucha de lo continuo:

"Y si la escucha de lo continuo pasa por la escucha de aquello que un sistema de discurso hace (llamo sistema de discurso a una obra, es decir a la invención de un pensamiento como poema del pensamiento), se puede constatar inmediatamente que una traducción hecha en el marco del signo no puede más que borrar lo continuo, discurso y sistema de discurso. Es por eso que propongo llamar a este tipo de traducción, que es la traducción corriente al por mayor, una borrante.

Entonces si se vuelve a este célebre acoplamiento, de la fuente y la meta, del fuentista y del metista, a este doble estrabismo, la contradicción se resuelve por sí misma." (Ética y política del traducir, p. 118).

Y vamos a obra en el poema Meschonnic:

"En primer lugar es reconocer que un texto es un sistema de discurso en la medida en que le hace a su lengua lo que nunca se le había hecho. En estos límites, hay motivos para dar a entender, lo vuelvo a decir, que no son las lenguas las que son maternas, sino que las obras son maternas. Cuando digo que no es el hebreo el que hizo la Biblia, sino la Biblia la que hizo el hebreo, es en el sentido también de un incumplido del hacer, de una creación continua, en el sentido en que se puede leer (Salmo 115,5): "él que hace / el cielo y la tierra". Dicho de otra manera, él no los ha hecho, como se dice en el primer versículo del Génesis, no, continúa haciéndolos. Definición que vale para toda obra verdadera: ella continúa actuando, y en este sentido haciéndose.

Se puede  desde luego evocar otros ejemplos: es el Corán el que continúa haciendo el árabe, y no el árabe el que hizo el Corán. Lo que sin duda no es teológicamente correcto." (Ética y política del traducir, 115).

Acá tenemos un concepto central y que disocia o desasocia, todos los lugares comunes. Esa rigidez de los conceptos hechos en el consenso. La obra es la materna. No la lengua. Es ella la que le hace a una lengua. La afecta. La cambia. "fue la Biblia que hizo el hebreo, y no el hebreo que hizo la Biblia" (Crisis del signo, tr. Piña-Contera, p. 35). Podemos, creo, también, extenderlo: Joyce le hizo al inglés. Beckett al francés y al inglés. Macedonio Fernández al español de Argentina y al español. Los ejemplos se multiplican. Y cada uno debe buscarlos en su lengua. Y en sus países. Y transmitirlos. Seguir el ejemplo de Alan Boasse que en el 30, de vacaciones en Francia descubrió a Sponde. Para invertir esa idea de genio de la lengua. Esa idea de que una lengua tiene genio por sí misma. Idea ultra soberbia en mi opinión. Y que nos coloca en lo identitario y nos aleja de la alteridad. A Meschonnic como a Victor Hugo le gustaban las cosas de la Biblia, y las cosas vistas, y su obra está llena de micro historias, casi talmúdicas. Cosas vistas, cosas leídas en muchos libros. Relatos que no borran el recitativo de su poema. Lo maximizan. Y para ilustrar la arrogancia del genio de la lengua encontré en el camino de esta charla esta historia a propósito del genio de la lengua, bastión francés si los hay: y tiene a Samuel Beckett como protagonista: contada por un argentino: dos argentinos van al cementerio de Montparnasse y visitan la tumba de Beckett, y uno de ellos observa que sobre ella hay dos piedras, van a la tumba de Baudelaire y ven otras dos piedras, una anciana que estaba ahí, con un libro de Alain Decaux bajo el brazo se acerca y les dice: "ven esas dos piedras, seguro que los que las  dejaron son judíos, ellos tienen esa costumbre", el argentino le dice, un poco irónico, "sobre la tumba de Beckett también había dos piedras, deben ser los mismos judíos", la anciana responde, "puede ser, pero Beckett no era francés".

Entonces ahora ajusto y preciso un poco más la definición de sujeto del poema: "Este sujeto hace que la organización del lenguaje sea una subjetivación general, y máxima, del discurso, tal que el discurso es transformado por el sujeto, y el sujeto sólo adviene por esta transformación misma: la transformación de una forma de vida por una forma de lenguaje, y de una forma de lenguaje por una forma de vida. De esta forma este sujeto ya no es el sujeto filosófico, consciente-unitario-voluntario; no es más el sujeto del conocimiento, ni el individuo que toma la palabra, ni el sujeto de la enunciación en la lingüística del discurso de Benveniste; tampoco es el sujeto del psicoanálisis, porque este último es un sujeto antropológico, o psicológico - lo que somos todos, lo que no alcanza para hacer esta transformación, para la que hay pues que suponer un sujeto específico. Cuando hay una poética del ritmo, no es sonido lo que se escucha, sino sujeto." (Dans le bois de la langue, p. 59-60).

Y ya "podemos formular una definición nueva del ritmo en el lenguaje: el ritmo ya no es la alternancia de un tiempo fuerte y un tiempo débil, en el plano fónico; el ritmo es la organización del movimiento  de la palabra por un sujeto. Esta organización puede llegar hasta una poética del ritmo en un sistema  de discurso." (Dans le bois de la langue, p. 59).

Y convengamos, creo que esa organización es lo irreductible de un sujeto. Es lo que se escucha si no elegimos la sordera como sistema de discurso. Para Claudel el oído escucha, para Meschonnic el oído es el que ve. El que tiene la visión. (Conversación con A. Jockey, p. 5).

Y ya podemos hacer que aparezca la noción de rechazo: que tanto escandaliza a los enemigos de Meschonnic, el rechazo: "Para un poema hay que aprender a rechazar, a trabajar en toda una lista de rechazos. La poesía no cambia si no se la rechaza. Como el mundo que sólo cambia por aquellos que lo rechazan." Y el rechazo es un aprendizaje, se aprende y se hace a contracultural, a contra lugar común. Es una travesía por el bosque del lugar común.

Y está la frase de Mallarmé, otra frase capital para Meschonnic: "La poesía no consiste en nombrar sino en sugerir." (Conversación con A. Jockey, p. 5). La respuesta de Mallarmé a Jules Huret. "evocar poco a poco un objeto para mostrar un estado de ánimo, o, inversamente, elegir un objeto y desprender de él un estado de ánimo, por una serie de desciframientos." Y así hay que leer a Meschonnic, en serie de desciframientos. Yo creo que hay una dramaturgia de los textos meschoniquianos, que incluye su parte de comicidad. Esa dramaturgia no la excluye. Esa dramaturgia es su funcionamiento: por eso una lectura en serie de desciframientos.

El sujeto del poema es activo en el presente y tiene una facultad transformadora. Indomeñable. 

Para Meschonnic hay muchos sujetos, un sujeto del derecho, uno de la filosofía, un sujeto freudiano, otros sujetos, todos somos sujetos freudianos, pero hay también un sujeto del poema: y esta noción es nueva, y revolucionaria. Y surge de una crítica del signo, de un pensar ritmo, pero justamente, no en el sentido de los diccionarios, sino en el sentido en que él lo hace surgir en su obra. Contra "la mascarada del signo: pensemos ritmo" (Pour sortir du posmoderne, 169), es la aventura del poema Meschonnic. El poema Meschonnic es contra la escucha encantatoria de sí mismo. Es por una escucha de la alteridad, que sólo adviene si nos situamos y al situarnos situamos al otro. Salir de la métrica del poema para entrar en el sujeto del poema. Es un cambio de la escucha la revolución que trae. Una utopía, porque no se hacía muchas ilusiones. Ahí es como Proust. Cree en lo que practica. En su último libro, Para salir de lo posmoderno propone salir del verbalismo escolar, que es entre otras cosas,  la solidificación de todos los lugares comunes, y de uno en particular: el mito de la ruptura. Que se regodea en su propio discurrir. En su discontinuo. Y que ya analizó en Modernidad modernidad. Y lo traigo a la escena, en el sentido meschoniquiano de poner en boca, porque es el mito por excelencia del mantenimiento del orden: "la ruptura con lo antiguo fue [y es una] mitología del modernismo, y esa mitología tiene su correlato en "el mito posmoderno de superación de esta separación" (Pour sortir du postmoderne, 169). Lo posmoderno nos lleva de superación en superación. Pasamos del no de la tabla rasa a la superación entre lo antiguo y lo moderno. Contra ese verbalismo escolar el poema Meschonnic pone el pasado en el presente. Hace del pasado una actividad en el presente. Por eso la obra es la materna y no la lengua, porque la obra es una actividad siempre en el presente. No es una superación. Es una pregunta abierta. Es una pregunta sin respuesta. Podemos arriesgar esta propuesta con un contra y un para: el poema Meschonnic contra toda teología de la superación (Pour sortir du postmoderne, p. 169),  y el poema Meschonnic para pensar ritmo, para escuchar sujeto. 

Y traducimos Meschonnic, me permito el plural, porque somos ya algunos, además de Piña-Contrera y de Diógenes, está Alberto Sucasa que tradujo un Golpe de Biblia en la filosofía, está Rodrigo Grimaldi que traduce artículos de Meschonnic. Hombres libres como le gustaba decir a Meschonnic, "elija, usted es un hombre libre". 

Y traducir contra la concepción que dice: el texto quiso decir. Esa concepción nos lleva a sordera de la sintaxis, sordera de la prosodia, sordera de los acentos. (prólogo a Les noms, p. 13).

En el traducir Meschonnic hay varias luchas, pero hay una que retengo: la lucha contra la normalización sintáctica, contra la traducción interpretativa: la del signo: Cita de Peguy: "Lo que decía Péguy, cuando decía: "Está firmado en el tejido mismo. No hay un hilo del texto que no esté firmado1."

Cito esta cita que hace Meschonnic porque lo que se traduce, si se traduce un discurso y no una lengua, insisto lo que se traduce es esta complejidad. Todo lo firmado en el texto, lo que está en la rajadura de la tela también, si me permiten decirlo a la manera del escritor argentino Néstor Sánchez. Otro creador de ritmo sobre el que se intenta poner una chapa de silencio. Se traduce el continuo cuerpo lenguaje:  ese

[...] continuo cuerpo-lenguaje, es entonces el encadenamiento de los ritmos de posición, de ataque o de final, de inclusión, de conjunción, de ruptura, de repetición lexical, de repetición sintáctica, de serie prosódica. Es pues una semántica serial.

Así, y antes incluso de encarar los otros efectos de encadenamiento y de interacción con las representaciones éticas y políticas de la sociedad en sus actos de lenguaje, aparece como inevitable, según el punto de vista del poema, que traducir ya no puede ser la actividad pensada en el signo como se practica corrientemente. Todo aquello que precede era necesario previamente para situar y transformar el traducir, transformar el pensamiento del traducir, transformar las prácticas del traducir, transformar la evaluación social y poética del traducir.

Dicho de otra manera, más que lo que dice un texto, es lo que él hace lo que hay que traducir; más que el sentido, es la fuerza, el afecto.

Ya no es la lengua lo que hay que traducir sino un sistema de discurso, no lo discontinuo sino lo continuo.

Y eso por cierto transforma toda la teoría del lenguaje." (Ética y política del traducir, 9).

Ya tenemos otra definición de la ética: ya no estamos en las "engañifas de pensamiento que son

[...] las nociones de fidelidad y exactitud. ¿Fiel a qué? ¿A la noción de lengua? ¿Y a cuál? Pero la lengua no es el lenguaje. No hay que confundir."  (Ética y política del traducir, p. 7-8). Ya la ética en Meschonnic no se define "como una responsabilidad social, sino como la búsqueda de un sujeto que se esfuerza por constituirse como sujeto por su actividad, pero una actividad tal que es sujeto aquel por quien otro es sujeto. Y en este sentido, como ser de lenguaje, este sujeto es inseparablemente ético y poético. Es en la medida de esta solidaridad que la ética del lenguaje concierne a todos los seres de lenguaje, ciudadanos de la humanidad, y es ahí donde la ética es política." (Ética y política del traducir, p. 8).

Estamos en el terreno del acto ético, un poema es un acto ético. Porque un poema nos transforma, transforma al que escribe y al que lee, y transforma a todos los sujetos: "desde el sujeto filosófico al sujeto freudiano." Esto es insoportable para las divisiones clásicas y para las especializaciones. Lo comprobamos en Argentina. Lo comprobamos ante la reacción frente al pensamiento intempestivo de Henri Meschonnic.

Lo comprobamos cuando una editorial importante pide una información de libros de Meschonnic para ver cuál traduce y después de unos meses decide cancelar el proyecto porque no es viable comercialmente.

Lo comprobamos cuando escuchamos las acusaciones de agresividad. Pero es porque confunden interesadamente subjetivación con subjetivización. Todos los grandes poetas parecen agresivos, porque subjetivan de manera máxima su poema, no lo someten a consenso, como es el caso de la subjetivización. Que es siempre un acuerdo con los saberes de su época. Un acuerdo psicológicamente correcto. Con los saberes dominantes. (Conversación con Serge Martin, p. 2).

Los libros consagrados por Meschonnic al traducir y no a la traducción: Poética del traducir y Ética y política del traducir, llevan desde el título el verbo traducir: no es un hecho menor, no dice Poética de la traducción, no esencializa la traducción, dice traducir, porque es una actividad incesante, y siempre aparece el verbo hacer. Actividad y no producto. Porque así como la obra le hace a la lengua, una traducción si es poema al máximo le hace a la lengua a la que es traducida. La afecta. Le hace. Produce afectos. Cambios. La traducción del Ulises en Buenos Aires en el 45 produjo efectos en varios escritores. En Leónidas Lamborghini, en Néstor Sánchez. Ellos entraron a Joyce por esa traducción. No por la vía Borges.

Y ya vemos en Argentina los pequeños efectos de la traducción Meschonnic. Hace poco la revista  El Jabalí republicó una discusión del año 1964, entre el poeta Carlos Mastronardi y el escritor Noé Jitrik con el título La guerra en el lenguaje. Algunos psicoanalistas leen a Meschonnic y lo discuten en sus grupos. Y se interesan en la crítica que Meschonnic le hace a Lacan. Y en la noción de sujeto del poema. Por ahora les puedo hablar de las reacciones en Argentina. También un fingido desinterés se observa entre algunos lacanianos y entre algunos poetas que escuchan el poema con el oído de la filosofía y de la métrica. No son oídos que tratan de ver. Por ahora son rumores de café, no hay escritos. Son los que se escuchan a sí mismos. Los que administran "La sordera de la época" (Pour sortir du posmoderne, p. 168), que es más efectiva cuando no confronta, cuando no se frota a la alteridad. Y, a veces, esa sordera  elige la polémica porque es la manera que tiene de conservar poder y silenciar al adversario.     

Hacer es otro de sus verbos, al que hay que seguir al detalle en toda su obra. El poema Meschonnic es obra en actividad permanente, es un hacer y un hacerse en el frotamiento a otros poemas, que no se deja definir, que no da conceptos prêt-à-porter. Es una obra que pone en cuestión consensos y normalizaciones sintácticas. Meschonnic es un sintaxero. Como le decía Mallarmé a Verlaine: usted es un sintaxero.

No hablo de influencias y menos de angustia de las influencias, no. Hablo de frotamiento, de confrontación con otras obras. Del trabajo de las citas. Meschonnic siempre salía con una cita en el bolsillo. Hay una del Pirkei Avot, Máxima de los padres que pone en Heidegger o el nacional-esencialismo, que es bellísima y hace a nuestro hacer, a nuestra charla: dice la cita: "Si yo no por mí, ¿quién para mí? Y si yo por mí, ¿qué valgo? Y si no es ahora, ¿cuándo?". Hay en esta cita, cierta urgencia y cierta calma y una responsabilidad. Las tres cosas. Si parafraseamos con el traductor de mi edición, Juli Penadejordi, da algo así como: "si yo no estudio Torah para mí, ¿quién lo hará por mí?". Y nos va quedando claro que la obra de Meschonnic no es una sucesión de conceptos, una máquina de saber que se puede vender en el mercado de saber, como quien dice: un mercado de la Biblia. No es un saber,  es un poema. Y hay que estudiarlo en el sentido del Pirkei Arvot. Nadie puede hacer ese trabajo por uno. Todas las citas de Henri Meschonnic son elecciones estéticas que guardan una estricta correspondencia ética. (H.M. avec Pierre Soulages, p. 143). Y todas nuestras citas, si no son para el brillo erudito tendrían que apuntar a esa correspondencia. Y no es algo voluntario, es una cuestión de sistema nervioso. Es porque no se puede hacer otra cosa. Sólo se puede elegir esa cita que nos escribe. Es la aceptación de lo que hace un poema. 

En el libro que Meschonnic le consagra al pintor Pierre Soulages, un libro que no habla de Soulages, sino que habla con él. Esperemos que esta charla recoja algo de eso, esta charla no es una charla sobre Meschonnic, eso sería una gran arrogancia, es una charla que habla con él. En el país que lo tradujo por primera vez. En ese libro Meschonnic pone dos frases de Soulages: "El arte del pasado existe, pero sólo el nuestro puede descubrirlo. Para el historiador, hoy nace de ayer; para el creador, ayer nace de hoy." (H.M., avec Pierre Soulages, p. 121). 

Y la otra cita de Soulages es: "Una pintura es un todo organizado, un conjunto de formas (líneas, superficies, coloreadas...) sobre el cual vienen a hacerse o deshacerse los sentidos que se le otorgan." (Pierre Soulages, Écrits et propos, p. 11). Y ya vamos ampliando la lectura del poema Meschonnic, vamos hacia lo que él llamaba una lectura difícil. Una complejidad de la lectura. Que es un enriquecimiento. Contra las lecturas fáciles.

Nos creamos por la vía de una obra más que crear una obra (Pour sortir du postmoderne, 163), si no nos dejamos sujetar en la visión de la lengua materna. Si no nos dejamos aplastar por la lengua materna. O por el genio de la lengua. Son una pareja. Hay muchos lugares comunes que combatir. Lucha incesante porque siempre entran por la ventana. Todos estamos en el lugar común, así como estamos en el signo. Por eso hay que inventarse por la vía de una obra. Que lo cultural no nos deja hacer, justamente. Lo cultural no deja ver y no deja hacer. Quiere que lo sigamos. No deja que haya sujeto. Que a los ojos de lo cultural es un peligro contra el mantenimiento del orden. "Lo posmoderno es interpretación. No deja de interpretar. Mientras hace todas sus citas" (Pour sortir du postmoderne,  p. 165), no quiere la modernidad, "porque la modernidad sólo adviene si hay transformación. Es esta transformación misma." (ídem, 165). Lo cultural sacraliza la experiencia del pasado, la congela y la usa como advertencia, como medida para el creador, no quiere que "ayer nazca de hoy", el creador debe repetir lo hecho. Pero en el poema Meschonnic "la modernidad es lo que no cesa de transformar por el arte y la literatura nuestra relación al mundo. Y el mundo es en su mayor parte sólo nuestra relación al mundo." (ídem, p. 165-66). No la de lo cultural como nos quiere convencer la cultura del signo, con sus divisiones clásicas: forma y fondo, lector y autor, ética y política.          

Meschonnic es sintaxero porque va contralógica sintáctica, cuando teoriza, cuando traduce, cuando hace poemas, en su traducción de la Biblia lo dice claramente, habría que traducir todos sus prólogos a cada uno de los libros de la Biblia que tradujo: traduce contra el borramiento programado.

Traducir Meschonnic contra el concepto que convierte al poeta en un histérico al que hay que curar a golpes de filosofía. Un golpe de Biblia en la filosofía y en la poesía, para defendernos del golpe de filosofía en el poema.  Traducir "le noeud rythmique" Henri Meschonnic, que no cedió a lo filosofante, "Se trata de pensar el poema, y de defenderlo contra la filosofía" ("Il s´agit de penser lo poème, et de le défendre contra la philosophie.") (Célébration de la poésie, 17), Marina Tsvietáieva tuvo ese olfato cuando lo fue a ver al filósofo Brice Parain: Meschonnic escuchó la sordera de la filosofía ante el poema, como la escuchó Tsvietáieva: su encuentro con Brice Parain es una contra historia santa:  lo cuenta  Tsvietáieva: dice: "El valiente (en francés), —no se mueve me pusieron en contacto con Parain (¿por casualidad no lo conoce usted?), un sovietófilo, de la Nouvelle Revue Francaise— casado con una compañera mía de la escuela, Chálpanova, - leí y leí y al final resultó que no le gusta la poesía (NB ¡SÓLO LOS ARTÍCULOS!) y no tiene ninguna relación con ella (¡sólo con ellos!).Me fui tras haber perdido mi día". (Carta a su amiga Salomé del 3 de marzo de 1931).

La filosofía contemporánea y lo cultural tratan al poeta como un histérico al que hay que curar a golpes de filosofía.

Traduzco lo Meschonnic poema, lo Meschonnic Biblia, lo Meschonnic poema del pensamiento. Inseparables.

Traducir el poema Meschonnic para leer otra vez, para seguir leyendo. No para ocupar lugares, leer y traducir y responder el poema Meschonnic para desheidegerianizar a la literatura argentina.

Traducir Meschonnic para desheidegerianizar un poco por la vía de un golpe de Biblia. Para no ceder al terror heideggerianizante. El de los mancos del poema. La Biblia traducida por Meschonnic para encontrar lo divino. Para salir de lo religioso. De la devoción poética. Y política. De lo sagrado. Meschonnic no es monopolio de ningún traductor. Eso hay que aclararlo. Yo lo aclaro para la Argentina, país que produce especialistas como se crían vacas. No sé si vale para la República Dominicana o para otros países. Yo no puedo decirlo. En Argentina lo remarco porque la especialización busca consenso, cotiza fuerte en el mercado, y el "poema rompe el signo, rompe signo, rompe asociaciones de ideas, es decir consensos que se toman por verdades." (Conversación con Serge Martin, p. 3)

Y ya hay que señalar la distinción que Meschonnic hace entre lo sagrado y lo divino, entre lo divino y lo religioso,  porque esa distinción es otra de las claves de su poética, de su traducir: y nos saca de la idolatría, y en el bosque del lugar común, de la ética como especialización, salir de la idolatría, es salir de lo teológico político: Esta separación se da en 3, 14, en esas tres palabras: seré     que seré": "separación radical entre lo sagrado y lo divino que hasta aquí estaban fundidos. Uno den el otro. Lo sagrado, unión fusional de las palabras y las cosas, de lo humano con la naturaleza, en divinización de las fuerzas naturales, cada una teniendo su nombre; lo divino, principio de la vida en su pacto con toda criatura viviente." (nota a 3, 13 en Les noms). Meschonnic define a lo sagrado e insiste de manera fuerte en toda su obra en separarlo de lo divino:  [...]lo fusional de lo animal, de lo humano, de lo cósmico. Es lo que yo llamo lo sagrado" y lo divino es lo que engendra una vida humana, lo inseparable de la vida humana: "[...] lo divino es el creador del infinito de la historia y del infinito del sentido: paradójicamente, su historicización radical. A partir de estas tres palabras, no puede haber fin de la historia y por consiguiente todo mesías es un falso mesías. Y es también la separación radical entre lo divino y lo religioso, que es lo teológico-político." (nota a 3, 14, Les noms). Ya podemos seguir mejor su propuesta de Olvidar a Hegel, y acordarse de Humboldt. Su propuesta de poema del pensamiento, su spinozismo. Esa frase de Spinoza: "Hay muchas cosas que afirmamos y que negamos, porque la naturaleza de las palabras soporta estas afirmaciones y estas negaciones, pero no la naturaleza de las cosas." Por eso Spinoza encabezando su Lenguaje Heidegger, Heidegger, uno de los odios de Meschonnic,  al que enfrenta con el je de Benevniste: "al je de Benveniste se opone el ser de Heidegger" (Langage Heidegger, 185). El poema Meschonnic no huye del lenguaje, por eso la apuesta a lo divino, el poema Meschonnic es antifusional, viene del lenguaje y va al lenguaje. Engendra lenguaje, no visiones sagradas. Por eso Saussurre, porquer "invierte el origen en funcionamiento" (Langage Heidegger, p. 50). Para Meschonnic el ser está contra del lenguaje, por ende, me animo a afirmar, contra la vida, no ama el verbo ser. Las razones son muchas, algunas lúdicas. Otras serias. Lo hace pensar en Heidegger "Y ahí, cuando piensa en Heidegger, saca su revolver - metafísico, huelga decir." (Conversación con Anne Mounic). En esos dimes y diretes heideggerianos con el verbo ser todo se esencializa y para Meschonnic, la esencialización es el enemigo mayor de la vida. Es el reino de las abstracciones. Por eso nos señala el peligro de perder la voz con el filósofo de instituto.  Y la vida son los vivos.

Para Meschonnic este texto, la Biblia sufre en silencio en manos de los religiosos, lo sagrado sería una borrante del texto. Y creo que este concepto lo podemos extender a la traducción de cualquier texto. Una insistencia que pone la traducción en la lengua y no en el discurso no escucha el funcionamiento, es como la filología, "no quiere oír que el origen es el funcionamiento" (prólogo a Les noms, p. 12), que se busca el origen y se encuentra el funcionamiento. Para Meschonnic se trata de traducir el significante, y da el ejemplo en Éxodo, Los nombres, en su traducción del capítulo 20, versículo 18 (o 15 en algunas Biblias): "Y todo el pueblo ven las voces", según la traducción de Meschonnic. Que agrega. "Traduzco, como se dice mal, literalmente. No. Traduzco el significante, su sintaxis, su semántica" (ídem, p. 14) En otras Biblias se normaliza la sintaxis: traducen. "y todo el pueblo veía la voz" y la Vulgata traduce: "pero todo el pueblo veía la voz". Podríamos multiplicar los ejemplos. Es un trabajo a hacer cuando se traduzcan los prólogos. Los prólogos son poemas de la traducción.

Meschonnic traduce el gusto, ta´amiza la lengua francesa. Es su manera de ser ese "sintaxero" que quería Mallarmé, se trae una cita de Aragon. "Pisoteo la sintaxis porque debe ser pisoteada. Es uva. Ustedes entienden." Meschonnic quiere embiblar el francés, más, lo lingüísticamente correcto, lo religiosamente correcto. Traducir el poema del pensamiento es una poética en acto del pensamiento." (prólogo a Les noms, 15-6).

Ta´am significa el gusto de lo que uno tiene en la boca. Pasar los poemas por la boca. El poema del pensamiento también.

Bernard Noel, lector de Meschonnic, su justeza: "... la traducción de la Biblia con cuatro volúmenes aparecidos desde el año 2001. Esta empresa me parece capital por la razón de que ella es un lugar de experimentación, un lugar de verificación, un lugar de encarnación. En este lugar todo lo que importa se cruza: el poema, la lengua, la ética, lo político, la historia, el acto mental y desde luego la vida. La vida que es el lazo de lo inseparable." Y sí: la obra de Meschonnic es este lugar de encarnación y de verificación. Y de experimentación. El lector hace salto mata a la libertad, si sigue, desborda la autoridad, va a desacato. Meschonnic no enseña, la obra Meschonnic no se enseña, hace preguntas, abre a lectura, a poema, a Biblia, a maravilla, a ese pasaje del Éxodo de 3, 14: Y Dios   ha dicho   hacia Moisés    seré que    seré", // Y él ha dicho   así tú dirás   a los hijos de Israel  // seré   me ha enviado hacia ustedes" o esa otra proposición que nos saca de "Dios por qué me abandonaste" y nos lleva hacia "Dios a qué me abandonaste". Maravillas de la traducción, que nos transforman la vida.

Sí, con Meschonnic hay que ta´amizar el español. Como el ta´amiza él francés, con la Biblia. Podemos pasar las traducciones por la boca. Ta´amizarlas sin miedo.

Y salir de la oposición entre metistas y fuentistas, oposición dramática y cómica. Meschonnic en el capítulo que consagra a esta cuestión, de la que ya hablamos, en Ética y política del traducir analiza este estereotipo. Y lo pone blanco sobre negro: no hay traducción en la medida en que sólo se mire la lengua, se opongan lenguas entre ellas, un fragmento de una a traducir en otra, no se traduce o se cree que sólo se traduce de la lengua". (p. 111). Por esa la consecuencia de esta posición de fuentista y metista es la noción de intraducibilidad que se acerca obviamente a la noción de lo indecible. Regodeos entre intraducible e indecible, para no poner a trabajar el poema. Para no ponerse a trabajar. Me regodeo con la intraducibilidad del Finnegans Wake para no leer el Finnegans Wake, y no leerlo es no traducirlo. Nociones que nos llevan a perder la voz. Por eso uno de los capítulos de Hiedegger o el nacional-esencialismo se llama Perder la voz, con Agamben.  La obra de Meschonnic es una revuelta contra esa pérdida de la voz. A favor de la escucha de lo continuo.
      
Traducimos Meschonnic porque no sabemos, porque buscamos esa fuerza de lo que no conocemos que es "el desencadenamiento de un poema" (entrevista con Serge Martin, 3), esa misma fuerza es el desencadenamiento de una traducción.

A qué poeta traducimos cuando traducimos a Henri Meschonnic, Serge Martin se lo preguntó a Meschonnic:

Serge Martin: "¿Hay una poesía judía ?¿Sos un poeta judío ? Los poetas son todos judíos como lo decía Celan retomando a Tsvietáievsa ? [Paul Celan, Ghérasim Luca son objeto de una captación ? ¿Cómo lo ves ? Tus obras, las de Fondane también, hacen nuestra modernidad ? Y a-t-il une poésie juive ? Es-tu un poète juif2 ? Les poètes sont-ils tous des juifs ainsi que le disait Celan reprenant Tsvetaieva ? Paul Celan, Ghérasim Luca ont fait l'objet de captation, qu'en penses-tu ? Leurs œuvres, celles de Fondane aussi, font-elles notre modernité ?]

Henri Meschonnic: "A una pregunta de apariencia fácil, respuesta difícil. Es precisamente a causa de estas dificultades, porque no hay una sola, que compuse este libro, La utopía del judío. Porque no sé qué sentido tiene la palabra "judío". Porque si encuentro la noción, por ejemplo, de "pensamiento judío", no puedo dejar de observar que tiene un sentido esencialmente teológico. Hasta en las confusiones, o las fusiones, entre filosofía y teología. Que afecta igualmente a especialistas del pensamiento que no tienen nada de judío. Y si pienso en la noción de "poesía judía", observo que se reduce, si descontamos lo teológico, a la poesía escrita por individuos judíos. Y no es la poesía la que es judía, entonces, sino los individuos. Y como por azar volvemos a encontrar la noción de tema, de temática - es decir el signo. Pero si para decir que históricamente y biográficamente soy judío, en el sentido en que tengo una historia, que pasó por la experiencias misma del antisemitismo entre digamos 1940 y 1945, desde luego, es un hecho. Lo que no implica necesariamente que la alianza de las dos palabras "poeta" y "judío" tenga un sentido, o varios sentidos, sino una sensibilidad que es el efecto de historia misma. Pero no únicamente. Donde traeré una acumulación que cada vez soporto menos, desde hace diecisiete siglos que la sufro, del anti-judaísmo teológico-político y teológico filológico, es decir teológico-arítimico, que justamente hace que al traducir la Biblia trabaje en desanturronizar, descristianizar, deshelenizar, deslatinizar, desafrancesar, desafrancorrientizar este montón de cristianismos como quien dice solecismos que enmugreció el texto bíblico, pero acá hablo como poeta que traduce."

Traducimos este Meschonnic, entre otras razones, para ver qué es ese borramiento en el que fui educado. Trato de asumirlo. De verlo con el oído. Así de claro y de difícil. El gusto de leer una biblia deslatinizada. Rehebraizada. Una manera de escapar de las santurronerías. De las que los astutos se creen a salvo. El imbécil del presente siempre tiene el catálogo de la retórica y del énfasis para creerse a salvo de cualquier crítica. (Entrevista con Serge Martin).

También traduzco Meschonnic para encontrar ese movimiento que hacía traducir a Michaux y a Breton y a Eliot y el ABC de la lectura de Pound y Defensa de la poesía, que fue traducido en Argentina en 1946, movimiento que ahora sigue en la marginalidad de algunas revistas, en la obstinación de algunos traductores y poetas. Para que resuene esa actividad. Para leer nuestras historias santas, como ésa que divide a la nación argentina entre el Martín Fierro y el Facundo y que oculta la obra de Lucio Mansilla y de Eduardo Wilde. Historias santas que funcionan como borrantes. O la que pone a Borges en el siglo XIX y a Arlt en el siglo veinte. Estas divisiones consagran toda la chatarra escrita sobre el ser nacional. Sobre la lengua nacional. Quieren hacer que el genio de la lengua argentina o nacional encarne en esos dos libros. Traducir Meschonnic para salir del genio de la lengua nacional.   

Traducir el Liberez Mallarmé de Meschonnic para salir de la lectura Thibaudet y de la lectura años sesenta que hace finalmente de Mallarmé un caso de oscuridad irremediable, y lo dejan como un santón de la poesía, o un caso de diagnóstico, no para que se deje de leer a Thibaudet, no, para que haya otro punto de vista: si se libera a Mallarmé se libera a Macedonio Fernández, nuestra Obra Imposible nacional, o nuestro psicótico. Como el psicoanálisis quiere hacer de Joyce: un caso. Macedonio Fernández tiene sus Max Nordau. Aquel Max Nordau que escribió su libro llamado Degeneración y en el que nos proponía traducir a Mallarmé a la lengua comprensible de los hombres sanos. Todo eso parece viejo, pero no,  ahora entra por el lado de la filosofía y el psicoanálisis. Hay que machacarlo: se quiere tratar al poeta a golpes de filosofía. Traducir esta cita de Meschonnic para que el estereotipo de un Mallarmé oscuro encuentre una resistencia, para que la filosofía y sus ayudantes no nos tracen la línea, la línea del poema es innegociable: "En gros, tout tient dans l'opposition chez Mallarmé, entre nommer et suggérer, dont j'essaie de pousser radicalement les implicites, comme d'un universel de la poésie, au lieu que certains n'y voient qu'une " vieillerie symbolarde " (entrevista con Serge Martin, 17). Y traducir otra cita de Mallarmé: "Prefiero, frente a la agresión, contestar que algunos contemporáneos no saben leer " (Le Mystère dans les lettres ). Tratar a nuestro turno de empujar estas citas y mezclarlas en desorden con la experiencia del poema. Leerlos y escribirlos y traducirlos. Para oponernos ahora con todas nuestras fuerzas a dos miedos, que son clisés anclados: al terror de la angustia de las influencias y a las amenazas veladas de ese horla que vuelve como mono sabio: el argumento siglo diecinueve, o el poema filosófico, dos maldiciones escolares, que son un  nombrar envasado en un prêt-à-porter de taller de Creative Wrinting. Ésa es la antigualla. No Mallarmé. Tampoco Mansilla.

Carlos Mastronardi en Argentina se rebelaba contra el genio de la lengua, escribía a contra claridad nacional, a contra identidad nacional, en el año 1964, las fechas son muy importantes: "He aquí un postulado estético de fuerte carácter totalitario o autoritario que está en muchas bocas y que ensombrece numerosas páginas: 'Lo nacional debe surgir  de las obras como un signo inconfundible que no tolere, por la fuerza de la evidencia, la discusión'" (El Jabalí n° 19). Eso era y es el imperativo de lo nacional: que nada se discuta. Mastronardi se junta con Meschonnic contra los que pretenden "conocer la naturaleza de las cosas". Traducir Meschonnic y ponerlo en la literatura en lengua española.

Responder Meschonnic con citas de Mastronardi y de Zelarayán o de Sánchez. Hay que tener las propias citas. Tiene que ser un baúl que nunca se cierra.  Cruzarlas. Los pregoneros de nuestro ser nacional dicen que nuestro ser se expresa en la belleza de la lengua nacional. Ellos no leen otras lenguas. Se vanaglorian de eso. ¿Dónde ponen a Arlt o a Macedonio,  a Oliverio Girondo o a Borges ? Los pregoneros del realismo creen que están " hablando de la lengua y hablan, pero hablan de una situación ideológica, cultural, histórica. Creen que se las ven con una identidad, pero esa identidad es la vez idéntica a ella misma y no idéntica a ella misma. Porque es inseparable de los discursos, y del discurso." (Dans le bois de la langue, p. 508), Se confundieron: no se escuchan hablar: "Du coup, on a confondu une langue, et la langue. C´est un tour que vous joue le génie. Le génie de la langue " (Dans le bois de la langue, p. 508). El genio de la lengua también entra por la ventana. 

Traducir Henri Meschonnic por el placer de poner las citas de Meschonnic a trabajar, para mostrar la fuerza de las citas en Meschonnic, para ponerlas en el bolsillo. Traducir sus libros, su poema.

Para desborrar el borramiento de la cita de Shelley : " la dinstintion entre poètes et prosateurs est une erreur vulgaire " (A defence of Poetry).

Traducir Meschonnic contra los borramientos, para poner al pasado en el presente. Respondemos el poema Meschonnic traduciéndolo, es un mismo movimiento. Corremos ese riesgo. No para enseñar Meschonnic, no hay autoridad en Meschonnic, hay lectores del poema Meschonnic. Como hay lectores del poema Tsvietáeiva. Del poema Zelarayán. Traducir Meschonnic para que se escuche el sprung rhythm de Hopkins, ese " consignar el movimiento de la palabra en la escritura. " (Crise - 83) que se junta con el Como el que de Leónidas Lamborghini que responde el a qué de Oliverio Girondo, hablo de funcionamientos no de influencias, insisto, tengo la cita de Manet para desinflar la noción de influencia, esa coartada de la no lectura: " Sí, estoy influído por todo el mundo. Pero cada vez que pongo la mano en los bolsillos, encuentro allí las manos de alguien ". (" Oui, je suis influencé par tout le monde. Mais chaque fois que je mets les mains dans la poche, j´y trouve les doigts de quelqu´un ") (dans les Écrits de Willem de Kooning).

Y la otra ganga muy cotizada en el mercado de saber, materia de seminarios  y coloquios,  es el estilo, esa gran impostura : " Le style est une supercherie. La force réactionnaire du pouvoir consiste a pérpétuer le style et tout de reste. " (Willem De Kooning).

El poema Meschonnic es un vasto tejido, como el de Victor Hugo o el de Eliot, recién se empieza a sentir. Nunca tendrá éxito, no es una obra destinada a lo que se entiende por éxito. Es una obra que siempre estará activa, es decir es una obra moderna. Baudelaire tampoco tuvo éxito.

Traducir el poema Meschonnic para luchar contra esas vulgarizaciones y vulgaridades.  Divisiones. Para que se escuche sujeto. Para que surja el poeta libre de Desnos.

Traducir el poema Meschonnic porque le faltaba al español.




Notas

* Conferencia Magistral dictada en la apertura de la cátedra extracurricular sobre el pensamiento de Henri Meschonnic en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

1 Charles Péguy, "Un nouveau thélogien, M. Fernand Lauder", 280, Oeuvres en prose 1909-1914, Gallimard-Pléiade, 1968, p. 1034.
2 Voir L'Utopie du Juif, Desclée de Brouwer, 2001.

HUGO SAVINO, escritor y traductor argentino nacido en en Barracas, en octubre de 1945. Publicó La línea del tiempo (Paradiso, 2002) y en revistas. Tradujo a Stéphane Mallarmé, Paul Claudel, Philippe Sollers, Philippe Muray, Marc-Édouard Nabe.
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